El impacto del cambio climático en las enfermedades de las plantas urbanas

Los árboles, arbustos y flores urbanos desempeñan un papel esencial en nuestras ciudades, mucho más allá de lo estético.

Mejoran la calidad del aire y del entorno, fortalecen los lazos sociales y contribuyen a la salud pública.

La Organización Mundial de la Salud recuerda que los espacios verdes urbanos ofrecen formas innovadoras de reforzar la resiliencia de las ciudades, reducir la contaminación del aire y del ruido, mitigar los efectos de las olas de calor y mejorar el bienestar de los habitantes.

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Jardín de flores urbano con tulipanes, cerezos en flor y grandes árboles que contrastan con los edificios modernos del fondo: un ejemplo de ecologización urbana.


Parques, alineaciones de árboles y jardines compartidos son aliados valiosos frente a los desafíos medioambientales actuales. Sin embargo, estas plantas urbanas también deben enfrentarse a los efectos del cambio climático, que debilitan su salud y favorecen la aparición de nuevas enfermedades.

Un árbol solitario y marchito en una ciudad desierta bajo un sol abrasador, que simboliza los efectos extremos del cambio climático.

Las ciudades sufren directamente los efectos del cambio climático, agravados por sus características propias. La abundancia de hormigón y asfalto crea un fenómeno de isla de calor urbana, donde las temperaturas son más altas que en las zonas rurales cercanas (fuente: mdpi.com).

En verano, las olas de calor son más intensas y frecuentes, y las noches se mantienen cálidas, lo que agota a los organismos vivos (humanos y plantas por igual). En París, por ejemplo, se registran regularmente diferencias de varios grados entre el centro de la ciudad y el campo durante las olas de calor. Este calor persistente en la ciudad suele ir acompañado de menor ventilación y mayor contaminación: el aire estancado favorece el ozono y otros contaminantes.

Además, un aire más cálido puede contener más humedad. Esto da lugar a episodios de tormentas violentas (lluvias intensas en poco tiempo) que alternan con periodos prolongados de sequía. Este clima errático —veranos más secos y cálidos, otoños anormalmente suaves, precipitaciones imprevisibles— perturba gravemente el ecosistema urbano. Las plantas deben soportar estos estreses abióticos: golpes de calor, falta o exceso de agua, contaminación atmosférica, etc.

A largo plazo, el calentamiento global acentúa las condiciones ya difíciles de la vida vegetal en las ciudades.

Estudios científicos muestran que este estrés climático debilita la salud de las plantas urbanas y las hace más vulnerables a enfermedades y plagas. De hecho, el aumento de las temperaturas modifica los ciclos biológicos: temporadas de crecimiento más largas, floraciones tempranas, pero también la proliferación de nuevos parásitos, malas hierbas y patógenos que se benefician de condiciones inéditas.

Los períodos de sequía provocan estrés hídrico que reduce las defensas naturales de los árboles, mientras que el exceso puntual de humedad puede favorecer la propagación de hongos.

El efecto de isla de calor urbana amplifica estos fenómenos. Se ha observado que las zonas más calurosas de la ciudad sufren más ataques de plagas y enfermedades. Por ejemplo, Meineke y colaboradores demostraron que, en una misma ciudad, los árboles situados en el centro (donde hace más calor) estaban más estresados y con mayor frecuencia enfermos o infestados que los de las zonas periféricas más frescas (mdpi.com).

En otras palabras, el calor crónico debilita las plantas urbanas y aumenta su sensibilidad a las infecciones y las infestaciones.

Hojas de árboles urbanos que muestran signos de enfermedad, en un contexto de rascacielos en una ciudad con niebla: titular sobre el impacto del calentamiento global.

Al mismo tiempo, el cambio climático permite que ciertos insectos invasores conquisten nuevos territorios urbanos. Los inviernos más suaves ya no eliminan a estos insectos como antes, y ahora pueden sobrevivir y reproducirse en regiones más septentrionales o en ciudades. Las autoridades de salud pública afirman que “el cambio climático favorece la migración de plagas y enfermedades”, citando el ejemplo del escarabajo esmeralda del fresno, que ha afectado gravemente al bosque urbano del sur de Quebec en los últimos años (inspq.qc.ca).

Asimismo, el aumento de las temperaturas acelera el ciclo de vida de muchos insectos: algunas especies nocivas ahora pueden tener varias generaciones por año, lo que intensifica los daños a las plantas (ouranos.ca).


Por último, la contaminación urbana también puede interactuar con estos factores: un árbol debilitado por la contaminación del aire será menos resistente ante un patógeno oportunista.

¿Cuáles son las principales enfermedades emergentes o en expansión observadas en entornos urbanos y favorecidas por el cambio climático?

Aquí algunos ejemplos de enfermedades y plagas que afectan cada vez más a las plantas de nuestras ciudades:

🐛 La oruga procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) :
Este insecto originario del sur ama el calor. Sus larvas urticantes ahora proliferan mucho más allá de su área habitual. En Île-de-France, ya se pueden ver nidos de orugas procesionarias en pinos, cuando antes estaban restringidas al sur.

«El motivo de sus procesiones cada vez más tempranas: el cambio climático y, en particular, las olas de calor otoñales», explica la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria (Anses) (bfmtv.com).

En otras palabras, los otoños anormalmente suaves permiten que estas orugas se desarrollen antes en la temporada. La Agencia Regional de Salud de Île-de-France advierte: «A este ritmo, toda la región podría estar colonizada en menos de cinco años» (bfmtv.com).

En 2021, el 84% de Île-de-France ya estaba afectado por la procesionaria del pino. Esta oruga defoliadora debilita a los pinos urbanos y representa además un riesgo sanitario (sus pelos son muy urticantes).

El culpable principal es el calentamiento invernal: permite que las larvas sobrevivan al invierno, cuando antes morían por el frío, y que colonicen regiones que antes eran demasiado frías para su ciclo de vida (encyclopedie-environnement.org).

Primer plano de una oruga procesionaria del pino sobre una hoja, una plaga urticante que se expande con inviernos suaves.

🌿 El oídio (o «blanco») :
Se trata de una enfermedad fúngica muy común, identificable por el recubrimiento blanco que aparece sobre las hojas. Investigaciones recientes indican que el oídio podría volverse más frecuente en entornos urbanos. Un estudio realizado en Saint Louis (EE.UU.) reveló que las plantas en el corazón de la ciudad tenían significativamente más oídio que las mismas especies en las afueras o en zonas rurales (washu.edu).

Los científicos intentan entender por qué la ciudad favorece este hongo: el microclima urbano (temperaturas primaverales más altas que aceleran la germinación de las esporas), la existencia de zonas de sombra favorables a su desarrollo, y el transporte de esporas por el viento o el tráfico podrían tener un papel importante.

Lo que está claro es que el oídio, aunque normalmente limitado por el calor extremo, encuentra condiciones ideales en las ciudades para proliferar sobre árboles alineados, arbustos ornamentales y huertos urbanos. Debilita a las plantas al limitar la fotosíntesis y causar la caída prematura de las hojas.

Hoja cubierta de polvo blanco debido al oídio, una enfermedad fúngica favorecida por el clima urbano.

🌳 El chancro coloreado del plátano (Ceratocystis platani) :
Es una de las enfermedades más graves para los árboles urbanos, en particular los plátanos ornamentales que bordean nuestras avenidas. Este hongo invasivo penetra por heridas en el tronco o las raíces y provoca chancros (necrosis) que bloquean los vasos conductores de savia, causando la muerte del árbol. Aunque antes estaba limitado a ciertos focos, se está expandiendo cada vez más en las ciudades del sur de Europa debido al calentamiento.

Los veranos secos y calurosos estresan a los plátanos y los vuelven más vulnerables, mientras que las tormentas pueden dañar la corteza y facilitar la entrada del hongo.

«En las ciudades se propagan hongos y enfermedades, incluso nuevos, como el chancro coloreado del plátano, que ataca las raíces, penetra en los vasos y termina matando la planta», explica el investigador Giorgio Vacchiano sobre los árboles de Milán (ilgiorno.it).

Este parásito letal, por ejemplo, ha devastado los plátanos del Canal du Midi en Francia. El control suele requerir la tala e incineración de los árboles afectados, lo que conlleva un fuerte impacto paisajístico en zonas urbanas. El cambio climático complica aún más la situación, ya que un árbol debilitado por la sequía o la contaminación es más sensible a este tipo de patógenos.

Tronco y ramas de plátano, especie emblemática de las ciudades afectadas por el cancro coloreado.

🪲 El escarabajo esmeralda del fresno (Agrilus planipennis) :
Este pequeño escarabajo verde metálico, originario de Asia, es una plaga invasiva que destruye los fresnos al excavar galerías bajo la corteza. En América del Norte ha diezmado millones de fresnos y recientemente ha llegado a Europa.

El clima más cálido le permite extender su área de distribución.

En Quebec, fue detectado en 2008 y ha proliferado en la región de Montreal hasta amenazar a casi un tercio de los árboles del Mont-Royal (donde los fresnos representan entre el 25 y el 30% del arbolado) (lemontroyal.qc.ca).

Todos los fresnos urbanos son vulnerables, y sin intervención, un fresno infestado muere en 5 a 7 años. Montreal ha tenido que talar decenas de miles de fresnos en los últimos años para contener la epidemia. El cambio climático incrementa el riesgo, ya que permite la supervivencia invernal del insecto y podría permitirle completar su ciclo vital más al norte que antes.

Los gestores urbanos canadienses observan que, tras veranos excepcionalmente calurosos, la propagación del insecto se acelera. Esta plaga es un claro ejemplo de las amenazas que representan las especies exóticas en un contexto de cambio climático.

Escarabajo verde metálico sobre el tronco de un árbol, que representa el barrenador esmeralda del fresno, un insecto invasor que diezma los árboles en las zonas urbanas.

🐞 Otros ejemplos :
Muchas otras enfermedades y plagas se están beneficiando del clima cambiante. El tigre del plátano (Corythucha ciliata), un pequeño insecto chupador, prolifera durante los veranos calurosos y amarillea el follaje de los plátanos urbanos.

La polilla del boj (Cydalima perspectalis), una mariposa invasiva, ha destruido setos de boj incluso en parques urbanos, gracias a inviernos más suaves.

El fuego bacteriano (Erwinia amylovora), una enfermedad grave que afecta a manzanos, perales y espinos ornamentales, podría tener un período de actividad más largo debido a primaveras más cálidas.

Incluso algunas enfermedades virales de las plantas ornamentales están siendo monitoreadas, ya que el estrés climático puede debilitar las defensas de las plantas y favorecer la aparición de virus antes latentes (jardinsdefrance.org).

En definitiva, todo el diagnóstico vegetal en entorno urbano debe replantearse: patógenos anteriormente inofensivos pueden volverse problemáticos, mientras que nuevos organismos aparecen en nuestras latitudes.


Boj gravemente atacado por la polilla, lo que ilustra el impacto de los inviernos suaves y el cambio climático en la propagación de plagas.

Ningún entorno urbano está libre de estos fenómenos, aunque la naturaleza de los problemas puede variar según la región.
Aquí algunos casos concretos observados en distintas ciudades del mundo:

Vista icónica de la Torre Eiffel rodeada de árboles, que ilustra las cuestiones fitosanitarias en París.

🗼 París e Île-de-France :
La capital francesa ha visto en los últimos años una invasión de orugas procesionarias del pino. Como se mencionó antes, más del 80% del territorio de Île-de-France está ahora colonizado debido a los inviernos más suaves (bfmtv.com).

Los parisinos descubren cada primavera hileras de orugas urticantes en sus jardines, algo impensable hace unas décadas bajo este clima. París también enfrenta un aumento de enfermedades fúngicas clásicas: por ejemplo, el oídio en los castaños de Indias o los tilos, muy extendido después de primaveras húmedas seguidas de veranos calurosos.

Otro problema urbano bien conocido: la minadora del castaño de Indias, un insecto cuyas larvas excavan galerías en las hojas, no está directamente ligada al clima, pero el estrés hídrico en verano acelera la caída prematura de las hojas ya dañadas.

La Ciudad de París también vigila el chancro coloreado: en 2020 se detectó un foco en el distrito 15, lo que llevó a la tala preventiva de varios plátanos.

A nivel general, París apuesta por la diversificación de especies para evitar catástrofes similares a la de la grafiosis del olmo en los años 70, cuando todos los olmos urbanos desaparecieron por un hongo.

Desafortunadamente, el calentamiento global está haciendo que algunas especies antes bien adaptadas (como el arce sicómoro o el abedul verrugoso) sean más difíciles de mantener, ya que sufren la sequía y se convierten en blanco de insectos xilófagos.


Hoja de árbol urbano que muestra signos de enfermedad, con un telón de fondo de rascacielos en una ciudad brumosa: título sobre el impacto del calentamiento global. Vista aérea de Milán con su famosa catedral, que evoca los desafíos climáticos de las ciudades del sur de Europa. Panorama de Montreal con sus rascacielos, que representa una ciudad afectada por plagas como el barrenador esmeralda del fresno.

🍁 Montreal (Canadá) :
La metrópolis de Quebec enfrenta de lleno al escarabajo esmeralda del fresno, como se mencionó anteriormente. Desde su llegada, este insecto ha obligado a talar miles de árboles en las calles y parques de la ciudad.

Montreal ha adoptado un Plan Climático que incluye la plantación de 500 000 nuevos árboles de aquí a 2030 para compensar las pérdidas (montreal.ca).

Además del agrilo, los veranos se están volviendo más cálidos y secos, lo que debilita a los muy comunes arces plateados. Se observa un aumento de ramas muertas y chancros tras los veranos con olas de calor.

En 2022, una sequía excepcional afectó a Quebec: en Montreal, muchos árboles jóvenes recién plantados no sobrevivieron por falta de riego.

La ciudad está probando especies más resistentes a la sequía como el roble bicolor o el gleditsia triacanthos (févier de América).

Al mismo tiempo, enfermedades foliares como la mancha de alquitrán en arces se han vuelto más agresivas tras primaveras húmedas.

Los gestores forestales de Montreal también observan que el estrés invernal disminuye (los episodios de frío extremo son más cortos), lo cual podría favorecer en el futuro a plagas como la polilla esponjosa (Lymantria dispar), un defoliador muy destructivo.


Hoja de árbol urbano que muestra signos de enfermedad, con un telón de fondo de rascacielos en una ciudad brumosa: título sobre el impacto del calentamiento global. Vista aérea de Milán con su famosa catedral, que evoca los desafíos climáticos de las ciudades del sur de Europa.

🌞 Milán y las ciudades del sur de Europa :
Las ciudades del sur de Europa están en primera línea del cambio climático, con veranos caniculares particularmente difíciles para el arbolado urbano.

Milán sufrió en 2022 una sequía histórica combinada con olas de calor intensas: casi 4 000 árboles murieron ese verano por falta de agua, y muchos otros quedaron debilitados (iodonna.it).

El año siguiente, en julio de 2023, una tormenta violenta derribó cientos de árboles en Milán, muchos de ellos plátanos y olmos ya debilitados.

Los expertos locales se hacen la pregunta: ¿las especies tradicionales plantadas desde hace dos siglos —como el plátano— siguen siendo adecuadas para el clima actual?

Como señala el investigador Giorgio Vacchiano, “cien años no es una edad problemática para un árbol en condiciones normales, pero en ciudad, con todas las presiones del cambio climático, sí puede serlo” (ilgiorno.it).

Milán ha comenzado a reemplazar ciertos plátanos y olmos por especies consideradas más resistentes, como el almez europeo (Celtis australis, llamado localmente “bagolaro”), un árbol mediterráneo muy tolerante a la sequía y al viento (ilgiorno.it).

En cuanto a enfermedades, el chancro coloreado del plátano está causando estragos en el norte de Italia: varias grandes ciudades lombardas han tenido que talar alineaciones enteras de plátanos infectados en los últimos años.

En Roma, es la mariquita asiática (Harmonia axyridis), originaria de Asia oriental, la que prolifera con los otoños suaves y amenaza el equilibrio ecológico: transmite hongos a las plantas y compite con las mariquitas autóctonas.

Cada región urbana ve aparecer sus propias “enfermedades climáticas”, pero en todas partes se observa el mismo patrón de fondo: el aumento de las temperaturas y el desajuste en el ciclo del agua debilitan a las plantas y favorecen a los parásitos.

Frente a este panorama preocupante, ¿qué pueden hacer tanto los ciudadanos como las autoridades locales para proteger las plantas urbanas y limitar el impacto de las enfermedades?

Aquí tienes algunos consejos prácticos para aplicar en jardines, balcones y calles:

🌳 Elegir especies resilientes y diversificar la vegetación :
En un contexto de cambio climático, conviene plantar especies adaptadas a las nuevas condiciones. Elige variedades que toleren bien el calor y la sequía si tus veranos son cada vez más secos (por ejemplo, albizia, lagerstroemia o algunos robles mediterráneos soportan bien la falta de agua).

Diversifica al máximo las especies: evita plantar un solo tipo de árbol en todo el vecindario.
Una mayor diversidad vegetal vuelve al ecosistema urbano menos vulnerable: si una plaga ataca a una especie, causará menos daño si alrededor hay otras que no son hospedadoras (inspq.qc.ca).

Por ejemplo, alternar plátanos, tilos y almezes en una avenida evitará perderlo todo en caso de epidemia. Igualmente, prioriza las especies locales autóctonas (que suelen estar bien adaptadas y favorecer la biodiversidad) y evita especies exóticas invasoras que pueden desequilibrar el entorno.

🌱 Plantar y cuidar de forma inteligente :
Ya sea un árbol en la calle o una planta en tu balcón, ciertos gestos marcan la diferencia.

Planta en el lugar adecuado teniendo en cuenta las necesidades de la planta (exposición solar, tipo de suelo, espacio para las raíces), lo que reduce el estrés.
Durante olas de calor, riega en profundidad pero con menor frecuencia para fomentar raíces profundas. Mejor hacerlo temprano por la mañana o al anochecer para evitar la evaporación.
En periodos secos, coloca un acolchado (mulch) al pie de las plantas para conservar la humedad. Evita podas o heridas innecesarias durante el calor, ya que las heridas son puertas de entrada para enfermedades (y cicatrizan peor con sequía). En céspedes, deja el pasto más alto en verano para mantener el suelo fresco.

Para los árboles urbanos, los municipios instalan alcorques y sistemas de riego que optimizan cada gota de agua. En otoño, recoge y elimina las hojas enfermas que caen al suelo (por ejemplo, si tus arces tuvieron manchas negras) para reducir la reinfección la primavera siguiente.

🔍 Vigilar y reaccionar a tiempo :
La detección precoz es clave para controlar las enfermedades. Inspecciona tus plantas con frecuencia: manchas sospechosas, ramas secas, insectos o telarañas…

Cuanto antes se actúe, más posibilidades hay de salvar la planta o evitar la propagación. Por ejemplo, si detectas capullos de oruga procesionaria en enero, llama a un profesional para retirarlos antes de que eclosionen (¡no lo hagas tú sin protección adecuada!).
También se pueden instalar trampas de feromonas o trampas ecológicas para ciertos insectos (existen collares que capturan las orugas procesionarias al bajar por el tronco).

Ante cualquier duda, no dudes en pedir un diagnóstico fitosanitario a un especialista (vivero, servicio de espacios verdes municipal, etc.).
Aislar una planta enferma puede evitar el contagio (especialmente útil en macetas). Por último, evita un exceso de fertilizantes nitrogenados: un árbol que crece demasiado rápido produce tejidos tiernos más atractivos para pulgones y cochinillas.

🐝 Fomentar la biodiversidad auxiliar :
En jardinería ecológica urbana, lo ideal es aliarse con la naturaleza. Fomentar a los depredadores naturales de las plagas puede ayudar a mantener el equilibrio.

Por ejemplo, plantar flores melíferas cerca de tus parterres atrae mariquitas, sírfidos y otros insectos auxiliares que se alimentan de pulgones y cochinillas.
Instalar una caja nido para herrerillos o carboneros en un parque puede ayudar a controlar orugas (a los pájaros les encantan, aunque no será suficiente en caso de plaga grave).
Una mayor biodiversidad urbana (setos variados, praderas floridas, etc.) crea un ecosistema más robusto frente a invasiones de una plaga concreta.

Además, suelos vivos y ricos en microorganismos ayudan a las plantas a defenderse mejor (ciertas micorrizas aumentan la resistencia a la sequía y a enfermedades del suelo).

Hoy en día, la tecnología también está al servicio de los jardineros urbanos.
Existen varias aplicaciones y plataformas digitales que permiten identificar enfermedades de las plantas a partir de fotos o descripciones, y ofrecen consejos de tratamiento personalizados.

VerdiVista, disponible en Play Store y Apple Store para identificar y cuidar plantas.

Por ejemplo, la app VerdiVista propone un diagnóstico vegetal asistido: al tomar una foto de una hoja o flor enferma, el usuario obtiene en segundos posibles diagnósticos, causas probables (hongo, insecto, carencia…) y recomendaciones para su cuidado.

Este tipo de herramienta resulta muy útil para quienes se preguntan “¿qué le pasa a mi rosal?” o “¿por qué se le caen las hojas a mi ficus?”, ya que proporciona una primera respuesta clara y fiable.

Además, incluye artículos prácticos como:
🌿 Cambio de Hora de Verano 2025: Impacto en tus Plantas
🌿 Haz Todas Tus Preguntas Sobre Plantas con el Chat IA !
🌿 Mujeres y Plantas: Una Historia de Conexión y Herencia


Conclusión,
El impacto del cambio climático sobre las enfermedades de las plantas urbanas ya es evidente y seguirá aumentando en los próximos años.

Las plantas en nuestras ciudades, tan esenciales para el bienestar humano, están sometidas a un estrés creciente que las vuelve más vulnerables a parásitos y patógenos, tanto antiguos como nuevos.

Desde las orugas procesionarias hasta los chancros de los árboles, pasando por escarabajos e infecciones fúngicas, muchas amenazas pesan sobre el patrimonio verde urbano.

Es urgente, por tanto, adaptar nuestras prácticas de gestión de espacios verdes, elegir especies más resistentes al clima del futuro, e implicar a los ciudadanos en la vigilancia y conservación de la salud vegetal.

Ciudades como París, Montreal o Milán ya han empezado a actuar: planes climáticos, programas de reforestación diversificada, seguimiento fitosanitario reforzado, etc.

💚 Proteger la salud de las plantas urbanas es también proteger la nuestra, porque nuestros destinos están profundamente conectados.

Al fomentar ciudades más verdes y resilientes, mitigamos los efectos del cambio climático y preservamos un entorno sano para todos.

El reto es grande, pero a nivel local, cada uno puede contribuir a que nuestras plantas urbanas sigan prosperando… incluso con el clima cambiante.

Hojas de árboles urbanos que muestran signos de enfermedad, en un contexto de rascacielos en una ciudad con niebla: titular sobre el impacto del calentamiento global.